Papel y tinta – María Reig

Edición: 1ª ed.
Publicación: Barcelona: Suma de Letras, 2019
Descripción física: 784 p.; 23 cm.
ISBN: 84-49129-353-8
CDU: 821.134-2-31″20″
Signatura: N REI pap
Precio: 18,90 euros en Casa del Libro.

Madrid, primeras décadas del siglo pasado. Elisa Montero, de origen humilde, es criada desde niña por su madrina, una adinerada y misteriosa mujer de la alta burguesía madrileña. La sensación de no pertenecer a ningún lugar y de cierta rebeldía ante los designios que otros han trazado para ella será algo que marcará su vida.

Elisa no solo buscará liberarse de las limitaciones que le imponen su condición de mujer y su posición social para lograr convertirse en periodista, sino que intentará tomar las riendas de su destino y entregarse al verdadero amor. La rabiosa y convulsa actualidad de una España entre guerras la acompañará en su lucha por conocerse a sí misma y sobreponerse a sus propios prejuicios.

 

De nuevo traigo una novela que ha llegado a mis manos a través de Kayena y Carmina y de su iniciativa #SoyYincanera, y por supuesto de Suma de Letras, que me ha facilitado un ejemplar para su lectura y reseña.

La historia comienza cuando Elisa Montero, nuestra protagonista, llega a Madrid, donde será acogida no de muy buena gana por su tía y madrina, Manuela Montero, que le deja claro que se quedará viviendo con ella porque su padre, que quedó viudo al nacer Elisa, no puede hacerse cargo de mantenerla; viene de una familia muy humilde, de la localidad extremeña de Fuente de Cantos, pero en Madrid se convertirá en una señorita y, como les sucedía a las mujeres en aquellos años, se la educará en condiciones y se le buscará un buen marido. Pero Elisa, que es de naturaleza rebelde, no querrá contentarse con eso y, de hecho, los primeros días en su nueva casa son de todo menos agradables: echa mucho de menos a su padre y a sus hermanos, se encuentra en un lugar que le es completamente extraño, y para colmo su madrina se pasa el tiempo recitándole todo tipo de normas y prohibiciones, entre ellas la de ponerse en contacto con su familia ya que, según dice la propia Manuela, no quieren saber nada de Elisa; y siempre con unas formas que son de todo menos agradables y simpáticas.

Según vaya pasando el tiempo, Elisa acabará acostumbrándose a su nueva vida, aunque nunca abandonará ese punto de rebeldía y de curiosidad que la caracteriza. Entre otras cosas le encanta escribir, pero tiene claro que en aquella época nadie se plantea siquiera que una mujer sea capaz de hacerlo. Sin embargo, a veces en la vida ocurren cosas que ni nos habríamos imaginado y Elisa, aunque Manuela accede a regañadientes, acabará trabajando de secretaria de redacción en el periódico El Demócrata, que dirige don Ernesto, un buen amigo de su madrina; aunque claro, tendrá que conformarse únicamente con hacer recados, entregar al director las crónicas que han escrito otros, y atender llamadas telefónicas. En el bullicio constante de la redacción, nuestra protagonista será todo ojos y oídos para estar al tanto de lo que sucede en España en aquellos momentos: la inestabilidad política, el ambiente en las altas esferas madrileñas, que Elisa frecuenta y en las que tendrá a la mayoría de sus amistades… Pero por encima de todo el papel de la mujer de aquella época y los tímidos intentos de empezar a luchar para cambiar las cosas; una época que en este caso abarca desde los primeros años del siglo XX hasta poco después de 1931, cuando se proclama la Segunda República.

De una forma totalmente casual, Elisa conocerá a Catalina Folch, una barcelonesa aspirante a maestra que ha venido a Madrid para estudiar en la famosa Residencia de Señoritas dirigida por Ana Ramírez de Maeztu; Benedetta (una de las amigas de Elisa) no termina de congeniar del todo con ella porque es bastante más tradicional y acepta sin rechistar el papel que como mujer se le ha asignado, así que considera que Catalina tiene unas ideas demasiado avanzadas para la época. Sin embargo Elisa sí llegará a forjar una buena amistad con la futura maestra, y de hecho habrá ocasiones en las que sienta que es la única persona que en realidad comprende sus aspiraciones de convertirse en periodista. Ya sabemos que Elisa es rebelde y también muy terca, pero ¿conseguirá su objetivo, y más ahora que su madrina ha acordado que debe casarse con don Francisco de las Heras y Rosales , un acaudalado banquero y el hasta ahora soltero de oro de la burguesía madrileña?

También conoceremos a Pedro Liébana, un niño al que una noche ocultan en el sótano de la casa de Manuela y que es atendido por el doctor Rueda, el médico de la familia, hasta que se recupera de sus heridas; la presencia de este muchacho será otro más de los múltiples secretos que esconde la madrina de Elisa, y su papel será muy importante en la vida de nuestra protagonista, que aunque tiene prohibido el acceso al sótano, desobedecerá a su tía y trabará con Pedro una amistad sincera, como suele ser siempre la amistad entre niños. Además, y recién llegado a la redacción de El Demócrata, tendremos ocasión de conocer a Olivier Pascal, un avezado corresponsal del diario francés Le Figaro, cuya relación con Elisa no comenzará de la mejor manera… Y por supuesto no puedo olvidarme de mencionar aquí a quien, para mí, es uno más de los personajes de esta preciosa historia; y no es otro que mi querido Madrid, que recorreremos de la mano de María Reig y que para los que conocemos bien la ciudad es una delicia verlo retratado así, porque en todo momento sabremos perfectamente dónde nos encontramos. Siempre menciono en las reseñas que me gusta muchísimo cuando una novela transcurre en una ciudad que conozco, y es que en este caso ha sido una gozada pasear por mi ciudad de la mano de los personajes de esta historia.

Resultará muy curioso ver cómo en la novela se intercalan los personajes ficiticios con los reales, como Gómez de la Serna, Ortega y Gasset, Carlos Arniches, María Ramírez de Maeztu a quien ya cité antes, o incluso directores de periódico como Torcuato Luca de Tena, que por cierto vivió durante una temporada en mi barrio, en la Colonia de la Prensa. Y al hilo de la localización de la acción principal en la ciudad de Madrid, se aprecia clarísimamente la labor de documentación que ha llevado a cabo la autora, porque recorreremos algunos edificios que en aquellos años estaban en Madrid pero hoy día ya no existen, asistiremos a la construcción de otros que en su momento eran la novedad, e incluso tomaremos café con Elisa y sus amigas en sitios tan emblemáticos como el salón de la famosa confitería El Riojano, que es uno de los llamados comercios centenarios de Madrid (tiene una placa conmemorativa en el suelo, junto a la puerta), que todavía sigue existiendo, y en el que por cierto os recomiendo que probéis el ponche segoviano, porque está espectacular. Tampoco se ha documentado nada mal la autora en cuanto a la forma en la que se ejercía el periodismo en aquella época, cómo se trabajaba en las redacciones, el reparto de tareas que se hacía para cubrir las noticias, la función de los directores de periódicos… Si no conocemos muy bien este mundillo, aprenderemos muchísimas cosas.

Al mismo tiempo que vamos conociendo detalles de la historia, asistiremos a la evolución de los personajes, que creo que es uno de los aspectos que María Reig ha bordado, aunque prefiero no desvelar nada porque me parece que merece la pena descubrirlo a través de la lectura de la novela. Simplemente decir que he reído, he llorado y he sufrido con los protagonistas; también ha habido pasajes que me han parecido preciosos por sus descripciones, otros con los que me he reído muchísimo e incluso, como le comenté a la autora en Twitter, algunos que me han hecho llorar a moco tendido.

Sin duda lo mejor de todo es saber que María Reig ha sido capaz de escribir una primera novela tan buena como esta, así que no tengo ninguna duda de que habrá que seguirle la pista porque promete muchísimo; espero con mucha curiosidad sus próximas novelas, porque conmigo desde luego ha conseguido que, de momento, quiera seguir siendo su lectora fiel. La pena que me da es haberme enterado tarde de que consiguió publicar Papel y tinta a través de una colecta que organizó por internet, porque de haberlo sabido antes, me habría encantado ser partícipe de ella.

Y es que la historia está contada de una manera tan bonita, que he disfrutado de lo lindo con esta lectura, desde la primera página hasta la última; y eso que de páginas anda sobrada, que son casi 800. Pero aun así, lo he pasado tan bien que a pesar de la longitud de la novela, me daba un poco de pena ver que cada vez me quedaba menos por leer, porque no quería que se terminara nunca. Hace algunas semanas comenté en otra reseña que El taller de libros prohibidos había sido sin duda mi mejor lectura de 2018 y que había puesto el listón muy alto porque también me había encantado. Y ahora, tras haber leído Papel y tinta, tengo que decir que mucho tienen que cambiar las cosas para que esta novela no acabe siendo mi mejor lectura de 2019…